"La inoperancia de las
fuerzas occidentales, la falta de voluntad política para invertir todo el
dinero que se había prometido, y la declinante situación en Irak, sumada a la
corrupción de los políticos locales, llevó a Afganistán al abismo en el que hoy
se encuentra, con los talibanes más fuertes que nunca, controlando una parte
sustancial del país. Incomprensiblemente, Pakistán, aliado de Estados Unidos,
es el principal impulsor de las milicias fundamentalistas. Otra paradoja: los
grupos financiados y entrenados por EE UU en los años ochenta con la ayuda del
ISI, son ahora los que se llevan las vidas de sus jóvenes soldados".
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